miércoles, 1 de septiembre de 2010

Qué te pasa Buenos Aires?

He recibido un e mail. Un amigo mío que no pienso decir su nombre me escribió embroncado pero resignado su odisea. La semana pasada salió por capital, no en una zona muy céntrica y tomó con sus amigos un vino. Desgraciadamente la Metropolitana lo detuvo y lo multó por exceder los límites previstos para conducir. Esperó hasta que el cuarto punto descienda y volvió a su hogar. En un semáforo mientras esperaba la luz amarilla para avanzar, se le acercó un oficial (u opositor) de la policía Metropolitana y le hizo notar que detenga el auto. Claro, nuestro protagonista no estaba atado a la vida, es decir, no tenía abrochado el cinturón de seguridad. A pesar de querer convencer al policía de que lo perdone porque venía nervioso por la multa anterior, no hubo caso. La ley es la ley. Pero como si esto fuese poco, nuestro Ulises continuó su viaje con mucha rabia encima. Ahí cometió hybris. Decidió descargar su ira con su mujer con lo cual la llamó por teléfono hasta que otro uniformado lo detuvo y lo sancionó por hablar por celular en su automotor.
Agrega mi amigo:
Desde ya, ojalá estas medidas y este miedo que tengo por andar en auto tengan que ver con incentivar a la gente a deslizarse en bici. No sé si tienen un sentido ambiental o qué, pero por menos de medio punto, por no cuidar mi propio cuerpo y por hablar un minuto por celular perdí más de mi sueldo. No justifico hablar por celular o nada que ponga en riesgo la vida del otro o incluso la mía. Soy consciente del gasto que le puedo ocasionar al estado utilizando sus servicios hospitalarios, pero tres multas en un viaje es mucho. Tiene que ver con mi torpeza e ignorancia pero que estén tan atentos a cobrar mi sueldo, me llama la atención!